-"Buenos días Sres. Son las 4:30 de la mañana ", sentenció el presi-. Una densa nube de "mecagontó" inundó la estancia. A regañadientes y con más pena que gloria conseguimos incorporarnos y preparar los bártulos para la marcha. Con la educación que me caracteriza me despido con un "buen camino" a lo que recibo una ahogada contestación: -"Hala a tomar por c..."-. ¡Que delicadeza la de estos caminantes!
Este es sin duda el tramo más hermoso de toda la ruta. Atravesamos bosques de pinos y tierras rojas de indudable belleza hasta arribar a Cehegín. Hacemos la obligada paraeta para reponer fuerzas en una gasolinera local. Decidimos proseguir la marcha yendo por delante Roberto y yo. Continúa lloviendo, la marcha se hace más llevadera después del sufrimiento pasado, con el horizonte de Caravaca como meta. Llegamos por la parte sur del santuario, en busca del Edén (es un bar en el que hemos quedado para comer) en donde nos esperan el Sr. Paco y parte de su extensa familia para darnos la bienvenida. Tras hacernos Rober y servidor el aseo del gato nos vamos en busca del resto de la expedición a la iglesia de El Salvador desde donde salen en procesión hacia la Basílica-Santuario de la Santísima y Vera Cruz. Nosotros nos quedamos con D. Paco y cuñado contando los bares que hay por las cercanías con el fin de reponer fuerzas, no por vicio, sino para preparar la comida. Volvemos al Edén y probamos una botella de vino para darle el visto bueno, no sea que no nos guste después. D. Paco, con nuestra ayuda, empieza a darle caña a la exquisita paella que posteriormente degustaremos. La comida es todo un éxito y la celebración del reto conseguido con el reparto de las cartillas y diplomas pertinentes pone fin a esta aventura. La del autobús de vuelta para Murcia es otra historia...